27 abr 2013

Nunca creí que te echaría de menos, pero es que fue un tiempo muy intenso. Arreglarme todas las tardes para ti (aunque lo negué muchas veces) y hablar. Hablar de nuestras tonterías, de nuestros amigos en común, de vivencias añejas... La verdad es que nuestra relación era bastante melancólica; solo hablábamos de cosas del pasado...
Pero funcionábamos bien, siempre fuimos un buen equipo. Me encantaba tu risa y la manera en la que sujetabas el cigarro; de hecho la extraño mucho. Para mí siempre fuiste como un gato, porque te mostrabas tan arisco cuando yo te pedía un abrazo, pero las últimas veces siempre lo buscaste tú.
Te echo de menos, cuando paso por nuestros lugares a nuestras horas me da una sensación muy grande de melancolía, y dudo en levantar el teléfono y llamarte, pero ¿qué pasaría? Nuestro "quiebre" fue extraño, nos fuimos apagando poco a poco; pero cuando te volví a ver, sentí las mismas cosas... Eso me asustó. Pero sabes perfectamente como crear los mejores ambientes para que no pueda resistirme a ti. Nuestra especie de conexión te dice de una u otra forma qué es lo que quiero (atribuyo la pseudo-telepatía que tenemos a conexión, porque ha llegado a tal límite que dejan de ser casualidades), y eso la verdad, no sé si me gusta o me aterra.
¿Debería darte una segunda oportunidad? O mejor aún. ¿Debería darte una oportunidad? Es lógico que hay algo que nos une, pero si te soy sincera, cada vez que estoy contigo mi vida se derrumba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario